lunes, 23 de junio de 2008

ANÉCDOTAS EN EL SUR PROFUNDO


"Yo como que te conozco"

Por Carlos Liranzo
En un tiempo en que el sexto grado en Hondo Valle era lo suficiente como para llevarte en un viaje por la vida militar y era un pasaporte para 'engancharse a la policía', muchos Hondovallenses lo lograron gracias a los esfuerzos de un profesor ejemplar: El profesor Mariano.

Profesor Mariano

Este profesor se ganó siempre el respeto de sus alumnos. Quienes llegamos a pasar por sus manos descubrimos que su disciplina no tenía nada personal en contra de nadie. Eran simplemente métodos para cumplir sus objetivos escolares. Su disciplina severa, sumada a un esfuerzo genuino de parte de sus alumnos, garantizaba un éxito total en sus asignaciones. Muchachos bien preparados, con un buen fundamento para enfrentar la siguiente etapa de la vida, cualquiera que fuera la que el alumno tomara. En muchos casos los alumnos seguían sus estudios hasta llegar a ser profesionales en diferentes ramas, pero en otros casos, la preparación servía para alistarse al ejército tan pronto y acababan el sexto grado.
El protagonista de esta historia es un muchacho que vino a estudiar desde una zona rural de Hondo Valle, con la meta bien definida de ser policía. El profesor luchó intensamente por enseñar a este muchacho, pues entre sus cualidades no estaba la dedicación al estudio, aunque sí hay que admitir que el muchacho le 'echaba ganas' a los cuadernos. Recibía la ayuda con mucho agradecimiento, pues se levantaba temprano a estudiar y se acostaba tarde en la noche estudiando bajo la luz de una lámpara. Finalmente fue promovido al séptimo grado.
Tan pronto y como tomó su diploma, dio las gracias a su maestro querido e hizo los contactos en la capital para ingresar a la milicia. Seis duros meses pasaron para este muchacho en fuertes entrenamientos, y estudios intensos. Finalmente su sueño se hizo realidad, ya era un policía uniformado y casi irreconocible.
Movió algunas 'palancas' que tenía, y fue designado para el cuartel policial de San Juan de la Maguana. Al pasar 7 meses en total desde su partida, estaba patrullando las calles del pueblo con un aire megalómano (Delirio de grandeza), además sus grandes logros también le habían afectado la habilidad de recordar. Allí en una de las paradas de guaguas y camionetas, se encontró nada más y nada menos que con el profesor que se había 'fajado' para ayudarle a conseguir sus metas. Miró de arriba-abajo a su profesor con ojos de confusión y le dijo: "Ven acá muchacho...Yo como que te conozco".
El profesor lo miró asombrado y aprovechó la oportunidad para darle una lección: "No... Tú tienes que estar confundido, porque yo estoy seguro, que yo nunca te he visto a ti". Y lo dejó allí parado... y pensativo.

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