viernes, 17 de diciembre de 2010

PERSONAJES


Don Tullío: El Panadero del Pueblo


Por Feliciano Liranzo
Hay personas que se ganan el cariño y el respeto de todo un pueblo, con sus buenas acciones, con su arduo trabajo o porque rinden un gran servicio ciudadano.
Este es el caso de un personaje cuyo nombre verdadero pocas personas lo conocen. Aunque no importa, porque todos lo conocemos con el nombre popular de Tullío, 'el panadero del pueblo'.


Y es que varios lustros atrás, éste señor quemaba uno de los panes más sabrosos del área.
Recuerdo que de niño, por allá por los años de 1966 en adelante, contaba yo con unos seis años de edad, e iba todos los sábados a la panadería del señor Cruzado, la misma que estaba bajo cargo del señor Tullío, su mano derecha. Allí compraba siempre un pancito de un centavo, suficiente para satisfacer el apetito de un niño.
Esta panadería estaba situada en la parte de atrás de lo que hoy es la casa de doña Ana, una casa grandísima amarilla que pertenecía al señor Cruzado. Bueno, a decir verdad no sé si hoy en día sigue perteneciendo a la señora Ana, la madre de mis amigas Fátima, Karina y Rossy.
Entonces, en la esquina que colindaba con la casa de Don Esteban Encarnación (fallecido) había una repostería, que pertenecía a la panadería de Cruzado. Usted allí podía conseguir de todo: suspiros, bombones, varias clases de panes, galletas, etcétera.
No se me puede olvidar el ambiente de cada sábado en dicha panadería, día destinado para hacer el pan y los otros artículos derivados de la harina, con el objetivo de abastecer la repostería y a colmados de la localidad.
La faena comenzaba a las cuatro de la mañana. Una trulla de madrugadores trabajadores le ponía un sonido peculiar a los molinos manuales que amasaban la harina con levadura, la materia prima del pan nuestro de cada día.
Todo ese movimiento laboral se podía escuchar desde mi casa, situada a menos de un minuto de la panadería. Gente empeñada por dar a la masa de harina el toque perfecto para que el producto final quedara sabroso.
El sonido incesante de los molinos manuales de aquella panadería, formaba ya parte de la cotidianidad sabatina. Era un sonido inconfundible que penetraba en los sueños de las personas que dormían el deseado sueño madrugador. Y este sonido agradable daba como resultado un sabroso pan que se podía comer solo.

Y todos los sábados en la mañana, alrededor de las diez, el agradable olor a pan invadía los predios de la panadería, que incluía una buena parte de la calles Duarte y María Trinidad Sánchez.
Aunque en la actualidad Don Tullío no labora en la confección del pan, es todavía recordado por muchas generaciones de Hondo Valle, como 'el panadero del pueblo'. Claro está, sin quitar méritos a otras personas que elaboraban también un pan de calidad y que constituían una competencia en el ramo, donde el cliente se beneficiaba, porque tenía más opciones para escoger.
Entre otros podemos citar las panaderías de Don Merán, quien era especialista en galletas de ajonjolí; la de Porfirio y si mal no recuerdo, allá abajo donde el señor Nano también quemaban pan. Y si la generación de hoy no sabe quiénes son algunas de estas personas, pues le preguntan a sus padres o abuelos para que le amplíen estas historias.
Nuestros más sinceros agradecimientos a Don Tullío, por brindarnos toda una época de buen pan, y a los otros panaderos no menos dignos de mención.
Le toca a los jóvenes de hoy hablar de los panaderos de la actualidad, porque cada quién en su área respectiva, brinda un servicio importante al pueblo que le vio nacer.
*Fotografía: Hova Imagen.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario