martes, 10 de febrero de 2009

ANÉCDOTAS EN EL SUR PROFUNDO

LA CASONA
Por: Dionicio Liranzo Montero (Moreno)
En la calle Duarte esquina Mella, frente al parque del paradisíaco Municipio de Hondo Valle, se encuentra La Casona.
Durante mucho tiempo ese lugar fue conocido como “El Colmado De Olga”; pero ese local era más que una casona o que un simple colmado.

Era un punto familiar-comercial muy bien distribuido, con Un área de colmado, Un área de Billar y Un área Familiar.
En esa casa nació y creció una gran familia, uno de los actuales pilares de la sociedad Hondovallense. Los progenitores de esa exitosa prole fueron el Señor Alcides Segura y Doña Olga Arias. Esta digna y humilde pareja dio a la luz de Hondo Valle a: Julio Alcides, Tamara, Ángel Manuel, Zunilda y Olguita; además William y Sandra (hijos del Señor Alcides. También se criaron prácticamente allí: Arsenia, Aquiles (Aquilito), Lidia Esther y Mary Nelly.
A principio de la década de los setenta, el Colmado de Doña Olga daba facilidades de crédito a ciertos ciudadanos de Hondo Valle. En algunas casas, incluyendo la nuestra, había una pequeña libretita donde se anotaba todo lo que se iba tomando fiao (a crédito). Al final de mes, los días 25, había que resolver; pagar la cuenta acumulada.
No existían muchos medios de entretenimiento en esa época, en Hondo Valle, y menos para adolescentes, a excepción de El Concierto de los Domingos a la 6 de la tarde, que amenizaba La Banda de Música Municipal en el parque de Hondo Valle o Los Vespertinos juegos de Volley Ball.
El Colmado de Doña Olga ofrecía esparcimiento para jóvenes y niños. Había allí una Consola de aguja que tocaba discos de pasta. Era lo más avanzado de la época y se podía bailar merengues de Joselito Mateo, Jonhny Ventura, Wilfredo Vargas, entre otros. Además, había unas enormes lámparas que alumbraban todo el entorno durante las oscuras noches de aquel entonces.
Mi hermana Mercedes Liranzo, cuenta una graciosa anécdota ocurrida en una de esas tardes en el colmado de doña Olga.
Mi Mamá (Doña Elena Montero de Liranzo) les puso una mesa en el colmado de Doña Olga, a Gladys, Flor, Mercedes y Félix, que era el más pequeño de ese grupo. Tenían autorización de consumir abiertamente hasta la suma escandalosa de RD$ 1:00 peso Oro. Sí, ¡Un peso! Porque imagínese la cantidad de Refrescos que se podía comprar a Cinco Centavos. Una picadera con Galletitas Hatuey a dos centavos, 20 centavos de salchichón era una caterva (No se de donde viene ese término; pero en Hondo Valle quiere decir “Una gran cantidad”)
Igual pasaba con el queso, por poco dinero te daban un paquetón.
La anécdota de Mercedes se trata de que, en Hondo Valle había que guardar las apariencias y si usted se bebía un vaso o en una botella de refresco tenía que dejar un poquito para que no se dijera que usted era un muerto de hambre. Pues Gladys Cabeza se encargó de que al momento de irse, todo el mundo dejara un chin en el vaso y así se hizo. Pero a Gladys se le quedó la libreta de anotar los fiaos y tuvo que devolverse y… ¡qué vergüenza!; el chin que se había dejado en los vasos no estaba; ella no se dio cuenta de que Félix se había quedado atrás y se tomó el poquito de refresco que se había dejado en cada uno de esos vasos, arruinando así las evidencias de las buenas costumbres. Gladys compró otro refresco y discretamente, echó un poquito en cada vaso y se llevó el resto. Pero esta vez se aseguró de que Félix no se devolviera. Esta es una de las tantas anécdotas que han ocurrido en la que hoy se conoce como “La Casona”.
Opina aquí: hondovallesur@hotmail.com

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