viernes, 25 de diciembre de 2009

PALABRAS VIVAS

¿Cuán grandes son sus orillas?

Cuando el propio Jehová Dios entregó Los Mandamientos en las manos de Moisés, puso un conjunto de más de 600 leyes por el cual el pueblo de Israel debía regirse, ¡Este contenía el sistema judicial más completo de aquel tiempo!
Estas leyes, que incluían Los diez Mandamientos, tenían como propósito identificar la llegada del Mesías, nuestro Señor Jesucristo, el único que podía cumplir a cabalidad dicha ley.

Este sistema contenía leyes que eran obligatorias, tales como: Los Diez Mandamientos, cuya violación tenía graves penalidades, y el diezmo, una ofrenda obligatoria de ‘dar la décima parte de todas sus cosechas y lo mejor de su rebaño, en donde “no había ninguna penalidad”, pues en múltiples ocasiones Jehová recalcó “Que no deseaba nada obligado”. (Gal 9:6-7).
Estas leyes cubrían todo aspecto de la vida, uno de ellos que a muchos lectores de La Biblia le resulta fascinante es el cubrir las necesidades de los pobres, residentes forasteros y viudas y huérfanos. Veamos:
"En caso de que siegues tu mies en tu campo, y se te haya olvidado una gavilla en el campo, no debes volverte atrás para conseguirla. Debe quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda; a fin de que Jehová tu Dios te bendiga en todo hecho de tu mano.”

"En caso de que apalees tu olivo, no debes recorrer sus ramas, en rebusca tras de ti. Debe quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda".

”En caso de que vendimies tu viña, no debes recoger los sobrantes, en rebusca tras de ti. Estos deben quedar para el residente forastero, para el huérfano de padre y para la viuda. Y tienes que recordar que llegaste a ser esclavo en la tierra de Egipto. Por eso te estoy mandando hacer esta cosa". (Deuteronómio 24:19-22).

Ley justa
Esta ley, conocida como ‘la ley de la rebusca’, daba la oportunidad a los dueños de propiedades de ‘ordenar a sus trabajadores’ ‘a no rebuscar lo que quedaba atrás’, para beneficiar a la clase necesitada de este pueblo, y que nadie tuviese la necesidad de mendigar, si no darle la oportunidad de “trabajar para su propio sustento”(2Tes 3:10).Pero todavía se podía presentar la situación de “trabajadores (asalariados) que no olvidaran nada atrás”, y este hecho no inculpaba al dueño de la propiedad, pues esta situación no estaba en sus manos. Jehová pensó en esto también, la ley de la rebusca contenía en ella la solución a este problema, veámosla en el libro de Levítico, capitulo 19, versículo 9:
“Y cuando ustedes sieguen la mies de su tierra, no debes segar las orillas de tu campo completamente...” Puesto que “las orillas” no eran demarcadas por ningún tipo de señales, daba la oportunidad al dueño de la propiedad de crear sus propias orillas, esta situación ‘lo hacía responsable’ del establecimiento de ‘sus propias orillas’, y aunque no había ninguna penalidad por ‘dejar orillas pequeñas’, pues al fin y al cabo estaba cumpliendo con la ley, sí había premios para los que de corazón ‘hacían sus orillas más amplias’, pues iban a recibir su recompensa directamente de Jehová Dios.

Y usted… ¿Cuán grande tiene sus orillas? cada día se nos presentan oportunidades de ‘hacer lo que es bueno’, ¿Elige usted el ‘agrandar sus orillas’ cuando tiene la oportunidad de hacer el bien a otros? o ¿Decide usted hacer el más mínimo esfuerzo posible, pues al fin y al cabo, está ayudando?Recuerde que, tal y como en el pasado se recompensaban a aquellos quienes decidían ‘agrandar sus orillas’, las bendiciones de nuestro Dios no han cambiado, una escritura biblica dice: “Cualquier cosa que usted esté sembrando…esto también segará”. (Gálatas 6:7). Por consiguiente, la próxima vez que tenga la oportunidad de dar…no se olvide de “agrandar sus orillas” y su pago estará garantizado, en el mejor banco que puede haber.
”Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón". (Mateo 6:19-21).

Carlos M. Liranzo M. hondovallesur@hotmail.com

Nota: Todos los textos han sido tomados de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras.”

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