viernes, 25 de febrero de 2011

MEMORIAS DEL EMIGRANTE

Un amanecer en la oscuridad



En las pasadas navidades tuve una experiencia que estoy dispuesto en esta entrega a compartirla con nuestros amigos lectores, con el objetivo de que se cuiden en todos los pasos que vayan a dar en la vida y sobretodo se entreguen a Jehová Dios a cada momento.
Como muchos de ustedes conocen, en la Capital dominicana existen varios parques de recreación, entre los cuales uno de los más famosos es el Mirador del Sur, lugar donde cada día hacía su caminata vespertina el extinto ex presidente Dr. Joaquín Balaguer.
Ese parque antes era una maravilla, pero en los últimos tiempos a pesar de la vigilancia, los atracos están a la orden del día, por lo que hay que tomar todas las precauciones cuando se va a ejercitarse al lugar.
Yo acostumbro a caminar en el parque por lo menos cinco días a la semana, consciente de que hacer ejercicios es fundamental para la salud, pero casi siempre lo hago en horas de mucho flujo de personas, cuando la probabilidad de un atraco es menor. A la vez, que nunca llevo nada material de valor.
Un domingo de las pasadas navidades tenía programado ir a caminar al parque, pero pensaba hacerlo como de costumbre a las siete de la mañana que es una hora donde ya aparecen muchas personas. No obstante, mi esposa me comunicó que a esa hora debía llevar a mi hija mayor a un laboratorio clínico ya que le iban a hacer unos análisis indicados por su doctora.
Bueno, para no perderme mi caminata del día, pensé que la solución era adelantar mis ejercicios, por lo que me levanté unos minutos después de las cinco de la mañana y arranqué para el parque. Con las luces de las bombillas de la calle no tomé en cuenta que estaba bastante oscuro, el cual es característico en la estación vigente.
Cuando estoy en el parque noto que además de estar bastante oscuro no había ni una persona haciendo ejercicios, pensé retornar a la casa, pero que va, seguí hacia delante sin ver ni un ser humano en la Avenida de la Salud que es por donde normalmente camina la gente.
Después de avanzar unas cuadras y ver una guagua al lado de la avenida que utiliza la policía de vigilancia del lugar como cuartel móvil, me dije ‘allí voy a ver algunos de esos agentes’.
Al acercarme un poco más, solo vi una perra ladrándome y avanzando encima de mí con intenciones de no ser mi amiga, por lo que tuve que tomar un palo y hacerle resistencia, demostrándole que no le tenía miedo, por lo que el animal disminuyó y se puso a un lado de la calle lo que aproveché para avanzar, pero aún sin ver ni un ser humano.
Después de caminar un poco más de un kilómetro, el parque se tornaba no solo oscuro, sino solitario, tenebroso y por ende peligroso, pero me encomendé a Dios y continué hacía delante. Al caminar unos tres kilómetros ya acercándome a donde salen los maratonistas cuando tienen competencia, vi dos personas que iban caminado en vía contraria a como yo lo hacía y aproveché y di vuelta atrás, pero aún habían estrellas porque ese día parece que la noche le tomó prestado unas horas al día.
La experiencia del peligro que me expuse es que no se debe caminar solo a esa hora en esa estación del año ya que el amanecer invernal es mucho más tarde, a la vez, que aunque al Mirador van mucha gente a caminar a dicha hora, lo hacen normalmente de lunes a viernes y los fines de semanas disminuye el flujo significativamente.
Cuando le conté lo pasado a mis compañeros de trabajo me preguntaron que si yo estaba loco, que a esa hora y un domingo, era extremadamente peligroso ir solo a dicho lugar de recreación.

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