martes, 15 de junio de 2010

ANÉCDOTAS DEL SUR PROFUNDO

"A mí... me salió un muerto"
Cuando nació, sus padres les pusieron de nombre Pedro Sánchez, creció llamándose Pedro y cuando sacó la cédula por primera vez el fotógrafo de cajón que inmortalizó su figura rechoncha y negra le dijo: "compadre usted parece un pegote"... y Pegote se quedó por siempre hasta que los años redujeron a nada la memoria colectiva.



Los avatares de la vida del San Juan de los años Cuarentas, fueron testigos de los diarios afanes de este hombre curtido en la fragua del trabajo que apareciera. Fue un poco de todo, ebanista, talabartero, pintor de brocha gorda, músico, cantante y adorador más que nadie del dios Baco, pero en lo que más se destacó fue en el toque profundo, mágico y espectacular del bongó.
La juventud de Pegote se desenvolvió entre los caminos de los prostíbulos sanjuaneros y el frenesí que lo arropaba cuando tenía entre las piernas al instrumento que nadie mejor que él ejecutara jamás. Sus manos ásperas retaban el cuero templado haciéndolo vibrar y envolviéndolo al mismo tiempo en un rictus cuasi mágico, remedo del Songoro Sorongo que una vez inmortalizaran Nicolás Guillén, poeta nacional cubano y Luis Pales Matos, la máxima expresión de la poesía negroide Puertorriqueña.
Los pueblos del Sur de nuestro país son ricos en tradiciones y San Juan de la Maguana no es la excepción. Allí se toca cuando se nace y cuando se muere, el día de las virgen, cuando se invoca la lluvia para que bendiga los campos y forestas, o cuando la sequía no parece dar tregua, se tocan el palo y el balseé en la hora santa y los velorios y en cada tocada se comunicaban las manos de Pegote con los ancestros africanos, porque es África y no España nuestra verdadera madre patria.
Negro, cabeza rapada y ojos saltones, sudando ron Pegote rescataba con el magistral recurso de sus manos las tradiciones escondidas hasta que los bailantes y hasta él mismo caían rendidos de un sagrado cansancio encendido de luces, cueros, madera y caña.
Una madrugada se le vio hacer su habitual recorrido por los prostíbulos de la parte alta de la ciudad, era parte de su vida como lo eran los palos y las salves pero esa noche estaba destinada a cambiarle la vida.

Tras una discusión en la barra " El Crimen " y la consecuente fiesta de botellazos y trompadas que le siguió, alguien escondido en las sombras de la noche le asestó una certera pedrada en la cabeza,
"corran c... que mataron a Pegote ", grita una de las mujeres del bar , y en pleno suelo se desangraba el hombre que minutos antes había protagonizado un monumental desorden solo porque un contertulio dijo que él tocaba mejor la tumbadora...se moría Pegote irremediablemente pero esa noche no estaba destinada para ser la última de ese formidable tocador. Llevado casi en andas al hospital Alejandro Cabral los médicos recomendaron su traslado inmediato al Hospital Darío Contreras de Santo Domingo sin asegurar que llegaría con vida. Allí estuvo en estado de coma varios días hasta que se regó como pólvora que Pegote se había muerto.

Sus amigos lo lloramos, en su memoria se organizó una fiesta de palos, se le dio a cada participante un pote de romo malo, de ese que emborracha antes de tomárselo y al filo de la madrugada caminamos todos hacia nuestras casas rendidos, borrachos y llorosos; se nos había ido Pegote y la tumbadora se quedaba sola.
Pero... Pegote no se murió, como si fuera un milagro salió del coma y tras pasar unos cuatro meses recuperándose, regresó a San Juan como si nada, solo para constatar que la gente lo quería mucho y que añoraba verlo de nuevo tocar con frenesí y evocando las deidades africanas.
Un sábado de esos que se pronostican aburridos desde el viernes me fui a tomar unos tragos a uno de los prostíbulos sanjuaneros. Serían casi las tres de la madrugada cuando decidí realizar mi mejor esfuerzo masculino con una de esas damitas de la noche.

Los cuartos del desahogo estaban en el patio del prostíbulo y al llegar al que se me había asignado sentí una mano áspera que se posaba sobre mi hombro. –“Monchín”, me dijo. –“Dame medio peso para completar una tercia”… Y al voltear la cara me encuentro con Pegote al que creía muerto.
Me quedé mudo, tieso y con los ojos desorbitados, no sabía si correr o gritar, al ver mi lamentable estado y el estupor que sentía al verme con un " muerto ", me dijo: -“Co.. Monchín cuando estaba vivo nunca me diste nada y ahora que soy difunto tampoco, dame aunque sea una vela pero dame algo”...
Lo que pasó después no lo puedo contar pero tengan ustedes la seguridad que tras ese susto el que se murió no fue Pegote sino mi orgullo masculino, gracias a Dios fue una muerte provisional.
Años después de este suceso a Pegote lo encontraron muerto en el parque Enriquillo de Santo Domingo. Atrás se quedaron las fiestas de palos y la ingesta exagerada de ron, poco a poco se fue olvidando el songoro sorongo de la África madre...

Pegote se murió, pero yo todavía pienso que alguna noche de farra y bohemia me voy a encontrar con él.

LUIS RAMÓN DE LOS SANTOS. hondovallesur@hotmail.com

*Foto Portada: Arco histórico en la ciudad de San Juan de la Maguana. (Hova Imagen)

**El autor es locutor profesional y escritor... Fue el protagonista y creador del otrora exitoso programa radiofónico "Cien Canciones y un Millón de Recuerdos" de Radio Popular... y de "La Tarde se Viste de Boleros", por la 91.3 FM en Framingham, Massachusetts. EE. UU. en los años noventas.
Actualmente escribe para el periódico digital sanjuanero http://www.barrigaverde.net/.
Es uno de los más versados dominicanos en la historia del Bolero.
Es amigo y admirador número uno del cantautor hondovallero FÉLIX D' ÓLEO.

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