viernes, 25 de marzo de 2011

PALABRAS VIVAS

¡Enseñe a sus Hijos
con el Ejemplo!

"¡Cuando yo sea grande…voy a ser igualito que mi papá!" Seguramente todos hemos oído o dicho estas palabras que denotan el orgullo que un niño siente por su padre, ‘hasta el punto de querer ser igual a él’.
Esto pone tremenda responsabilidad en los hombros de nosotros los padres, pues queremos que nuestros hijos sean ese ser que ellos ven en nosotros, y a veces nos sentimos hasta orgullosos del trabajo realizado hasta ese momento.
La verdad es que, no siempre somos las personas que nuestros hijos ven. Muchos padres en su desesperación por ser un modelo en la vida de sus hijos, dicen a sus hijos: “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”, pero están muy alejados de lo que es ser un buen ejemplo a seguir, más bien toman la actitud farisaica, personajes bíblicos que se destacaron ‘por decir y no hacer’. Note lo que dijo nuestro señor Jesucristo acerca de ellos:
“Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Por eso, todas las cosas que les digan, háganlas y obsérvenlas, pero no hagan conforme a los hechos de ellos, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas. (Mateo 23:2-4).
Y agregó: ”¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque se asemejan a sepulcros blanqueados, que por fuera realmente parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia. Así ustedes, también, por fuera realmente parecen justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de desafuero. (Mateo 23:2-4).
Por lo que podemos percibir, no estaban siendo el modelo a seguir. Debemos evitar ‘el poner cargas pesadas‘a nuestros hijos si no tenemos la intención de ser un buen ejemplo para ellos, no queremos ser comparados a ‘sepulcros blanqueados’, por fuera bien limpios, pero por dentro damos riendas sueltas a todo instinto maligno que no quisiéramos que nuestros hijos aprendan.
Querramos nosotros o no, nuestros hijos aprenden ‘lo que decimos y no lo que hacemos’, es por eso que haciendo lo que es malo a nuestros ojos, no podemos enseñarles a hacer el bien; por más sutil que pongamos nuestras palabras, al final lo que ellos harán es los que nos ven haciendo.
Nuestros hijos necesitan hechos, debemos de ser un modelo para ellos si queremos que ellos sean un modelo en esta sociedad que cada día cae más baja en su moralidad. Recuerde siempre las palabras del escritor bíblico Pablo, cuando escribió:
“No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:7).
CARLOS M. LIRANZO M. hondovallesur@hotmail.com
* En la foto el autor junto a su esposa Rosa y su hija Karla.
**Los textos bíblicos han sido tomados de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”

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