Un amigo de palabras
Por Carlos Liranzo
En una de mis visitas a Hondo Valle tuve un episodio casi lamentable… permítame explicarle.
En esa ocasión y como en otras pasadas, preparamos un evento deportivo para jugar los hondovallenses ausentes contra los presentes. El público era bueno, de ambos bandos, habíamos plantado un buen juego de básquetbol.
En esa ocasión y como en otras pasadas, preparamos un evento deportivo para jugar los hondovallenses ausentes contra los presentes. El público era bueno, de ambos bandos, habíamos plantado un buen juego de básquetbol.
En uno de esos contactos físicos Huáscar me empujó de tal modo que caí violentamente al suelo, y desde allí vi todo de una manera diferente, me sentí humillado y vi en la acción una clara provocación que desató en mi un estallido de cólera.
Automáticamente me paré y respondí con otro empujón que lo tiró a él al piso y acto seguido, di comienzo a una pelea. La calma fue restablecida quince minutos después, y Huáscar se despidió del juego con las siguientes palabras: “Esto no se termina aquí el verdaderos pleito viene por ahí… Tú y Yo en el rio, mañana.”
Las siguiente horas fueron de incertidumbre, pues unos de mis amigos me preparó para dicha pelea, me dijo:”Yo sé que Tú no eres muchacho de problemas, pero tienes que estar listo para todo, él va a estar allí esperándote a la hora que él te dijo, y a lo mejor este no sea el tipo de pelea al que tú estás acostumbrado.”
Aquello era mucho más cierto de lo que mi amigo se podía imaginar, pues Yo nunca me acostumbré a ningún tipo de peleas, y la razón era sencilla, nunca vi a nadie ganar un pleito, siempre vi a todos los que peleaban ‘perdiendo el pleito’.
Automáticamente me paré y respondí con otro empujón que lo tiró a él al piso y acto seguido, di comienzo a una pelea. La calma fue restablecida quince minutos después, y Huáscar se despidió del juego con las siguientes palabras: “Esto no se termina aquí el verdaderos pleito viene por ahí… Tú y Yo en el rio, mañana.”
Las siguiente horas fueron de incertidumbre, pues unos de mis amigos me preparó para dicha pelea, me dijo:”Yo sé que Tú no eres muchacho de problemas, pero tienes que estar listo para todo, él va a estar allí esperándote a la hora que él te dijo, y a lo mejor este no sea el tipo de pelea al que tú estás acostumbrado.”
Aquello era mucho más cierto de lo que mi amigo se podía imaginar, pues Yo nunca me acostumbré a ningún tipo de peleas, y la razón era sencilla, nunca vi a nadie ganar un pleito, siempre vi a todos los que peleaban ‘perdiendo el pleito’.
Llegó el día
Al día siguiente salí al parque con valor de hombre, porque miedo no tenía aunque no entendía el por qué de aquella absurda pelea. A la primera persona que encontré fue a Huáscar, quién me dio una lección moral que Yo no esperaba. Me extendió la mano y me dijo:
”Lo que pasa en el juego, debe quedarse en el juego… Perdona mi mal comportamiento de ayer, eso debió de haberse quedado allí en aquel momento que pasó…….que no se hable más de el asunto”.
Volví donde mi amigo y le expliqué lo sucedido, pues al no conocer bien a Huáscar no sabía qué pensar. Mi amigo me miró contento y me dijo:
”Huáscar es un hombre de palabra, su palabra vale más que el oro…. has ganado un amigo en quien puedes confiar”.
”Lo que pasa en el juego, debe quedarse en el juego… Perdona mi mal comportamiento de ayer, eso debió de haberse quedado allí en aquel momento que pasó…….que no se hable más de el asunto”.
Volví donde mi amigo y le expliqué lo sucedido, pues al no conocer bien a Huáscar no sabía qué pensar. Mi amigo me miró contento y me dijo:
”Huáscar es un hombre de palabra, su palabra vale más que el oro…. has ganado un amigo en quien puedes confiar”.
Desde Aquel momento Huáscar probó ser un amigo sincero en cada una de mis visitas a Hondo Valle, hasta que lamentablemente falleció trágicamente en un accidente.
Y ¿Dónde está Huáscar y todos nuestros seres queridos que mueren? En el próximo artículo vamos a contestar ésta pregunta a la luz de lo que dice la Santa Biblia.
Y ¿Dónde está Huáscar y todos nuestros seres queridos que mueren? En el próximo artículo vamos a contestar ésta pregunta a la luz de lo que dice la Santa Biblia.