Una tradición que no podemos llamar meritoria, es la tiranía entre los pueblos vecinos. Es palpable el nivel de fricción en todo el globo terráqueo. Podemos fraccionar esto desde un nivel continental hasta el nivel barrial.
SE CONSIDERA ‘normal’ que los países vecinos tales como Venezuela y Colombia, o República Dominicana y Haití, o México y Estados Unidos, o La India y Pakistán, por sólo mencionar algunos ejemplos, se vean sometidos a ciertos tipos de ‘presiones fronterizas’ y sean considerados rivales.
Lo mismo sucede dentro de un país. Los pueblos vecinos desarrollan un tipo raro de rivalidad, que empuja a celos sin motivos, o a una arrogancia orgullosa, casi siempre defendiendo la tierra de donde somos natalicios.
No quiero dar la impresión de que las líneas divisoras terrestres es algo bueno, porque como lo dice el cantautor guatemalteco Ricardo Arjonas: “Las fronteras no fueron creadas por Dios”. Para mi las fronteras son pensamientos humanos arraigados dentro del corazón, que nos conducen a actuar en defensa de ‘nuestras líneas’, en defensa de algo que nos creemos que es absolutamente nuestro.
Nosotros los hondovallenses no nos escapamos de esa innegable verdad, “Hondo Valle y El Cercado, siempre han tenido una rivalidad reprimida”. Lo cierto es, que cuando está reprimida no significa ningún peligro, es solo cuando se cruzan las barreras de lo que es apropiado y se llevan a cabo acciones hirientes, ya sea en contra de otros o en detrimento del propio pueblo, entonces es cuando nosotros debemos de poner “un párate”, y volver a nuestra cordura.
Un ejemplo que pude presenciar en un viaje de Santo Domingo a Hondo Valle fue el siguiente: Cuando íbamos por las Matas de Farfán se sentó un caballero al lado de alguien, que por la forma en que miraba todo, era obvio que era su primera vez en el Sur Profundo. El señor le preguntó al fuereño, que para dónde iba, y al enterarse que su destino final era Hondo Valle, comenzó a hacerle historias de “los crímenes que cometen los hondovallenses en contra de los que no conocen”.
Yo no pude creer lo que oía. ¿Se refería al mismo Hondo Valle, que tiene la fama de ser uno de los pueblos más hospitalarios del país?... Sí, se refería al mismo pueblo, y lo hizo con desdén. ¡Eso es cruzarse de la raya! Rápidamente salí a la defensa de Hondo Valle, quizás salió mi vena de orgullo, y expliqué al visitante cómo era en realidad la comunidad de Hondo Valle, y le dije: “Usted es mi invitado en este viaje”.
Al parecer no le fue tan mal, pues supe de otras tres ocasiones en que visitó sin mi presencia. No les voy a exhortar que dejen “la rivalidad entre los pueblos vecinos”, sería irse en contra del curso de la historia, lo que sí le voy a pedir es que, ¡Mantengan la competencia dentro del margen de lo que es justo! Opina aquí: hondovallesur@hotmail.com