POR CARLOS MANUEL LIRANZO
Mi tío Adelo siempre ha tenido problemas cuando las copas se les pasan de cuentas. Desde pequeño Félix y yo, siempre tuvimos que recoger a mi tío en algún lugar: El bar de Niño, el bar de Valé, el bar de Chichito, el billar de Virgilio, el mercado, la cuneta del rio, solo por mencionar algunos de los lugares más frecuentes, porque habían muchos más.
En una ocasión lo sacamos del colmado de Niningo, pues estaba El “Americano” disfrutando de un refresco Orange Crush (de naranja) y un polvorón. Mientras comía se le ocurrió poner el refresco en el mostrador. Adelo llegó y rápidamente se abrazó de la botella y se pegó un trago y la devolvió a su lugar. El Americano, muy pero muy molesto le dijo: "Adelo... eso son frescuras tuyas ... tómatelo todito”. A mi tío Adelo le pareció esto de muy mal gusto y se aferró a un cuchillo de mesa que fácilmente le quitamos y nos lo llevamos a dormir.
Dice el refrán que “el tiempo lo cura todo”, pero, en una de nuestras últimas visitas a Hondo Valle reflexionábamos en aquellos momentos difíciles, que tío Adelo nos hizo enfrentar en el pasado. Para sorpresa nuestra Adelo hizo acto de presencia con el mismo jumo de hace 20 años atrás.
“¡Quizás no ha mejorado sus hábitos de tomar... pero la velocidad la ha mejorado bastante!”. Exclamó Félix.