martes, 4 de agosto de 2009

William Tyndale: “La vida de un defensor de Las Escrituras hasta la misma muerte” (Parte Tres)

Una Labor Imparable

POR CARLOS LIRANZO

¿Qué impresor de Inglaterra iba a atreverse a publicar una Biblia en inglés? En 1524, Tyndale cruzó el Canal de la Mancha para nunca volver.

Alemania fue su nuevo hogar, con 10 libras, suficiente dinero para su proyecto de traducir Las Escrituras Griegas, confió la labor de impresión a un hombre de Colonia, Pedro Quentell. Cabe señalar que Humphrey Monmouth, comerciante londinense y muy buen amigo de Tyndale, acabó detenido por ayudar a Tyndale fue interrogado y recluido en la Torre de Londres, quien luego salió por indulto.
Por otro lado, los seguidores de Enrique VIII, quien a su vez eran enemigo de Tyndale, no pararon de perseguir la supuesta obra clandestina que Tyndale estaba llevando a cabo, asi es que, Juan Dobneck (Cochlaeus) comunicó al rey los planes de Tyndale de traducir las Escrituras Griegas, quien enseguida hizo gestiones para que se prohibiera la impresión que realizaba Pedro Quentell de la versión de Tyndale.
Tyndale y su ayudante, William Roye, escaparon para salvar la vida, y con el tiempo, publicaron seis mil ejemplares de la primera edición del Nuevo Testamento de Tyndale.
Traducir el Nuevo Testamento de Tyndale era la parte facil, recordemos que Tyndale había escapado a Alemania, pero el objetivo de su obra nunca cambió, a saber: “Si Dios me hace merced de seguir vivo, de aquí a no muchos años lograré que el muchacho que guía el arado sepa más de la Escritura que vos”, por lo que era imprescindible introducir en Gran Bretaña esta nueva obra, y esto había que hacerlo con los agentes eclesiásticos y las autoridades civiles en contra, quienes estaban decididos a impedir que se hicieran esos envíos a través del Canal de la Mancha.
Increíble como parezca, la ayuda vino de comerciantes con buena disposición que ocultaron los volúmenes en fardos de telas y de otras mercancías, y los introdujeron de contrabando en las costas de Inglaterra, de donde se distribuyeron incluso hasta Escocia. Tyndale cobró ánimo, pero la batalla no había hecho más que comenzar, los enemigos estaban a punto de asestar otro golpe a este hombre valiente.
No deje de leer la Parte Cuatro.

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