lunes, 22 de marzo de 2010

REFLEXIONANDO


Por: Carlos M. Liranzo M.
Los tiempos más críticos de mi vida tuvieron fechados en los años 77 al 80, cuando aprendimos lo que era el hambre, sin la posibilidad de comer; sed sin la posibilidad de beber; desnudez sin la posibilidad de vestir. Al parecer no había salida.

Pero a pesar de que aquellos tiempos fueron tan difíciles, una verdad es innegable, aquellos tiempos nos dejaron lecciones que jamás podremos olvidar, y ¡nos enseñó a permanecer unidos bajo toda circunstancia!
Unidos como familia, unidos como vecinos, unidos como comunidad. Nunca pudo la situación quitar la esperanza, la fe, nuestra integridad, las fuerzas de ser mejores personas.
Hoy más de 30 años después, no debemos de olvidar “el vehículo que nos llevó a la salida”, sí, aún y cuando creíamos que no había salida. Me refiero al amor. Amor a la vida, amor al prójimo, amor al enfrentar cada día y verlo como un regalo de nuestro creador.
Hoy tenemos, que usar los mismos métodos, no podemos cuestionar los errores pasados, sino planear cómo vamos a sacarle provecho al presente, para un mejor futuro. Tampoco podemos cuestionar lo que otros 'no' hicieron por nosotros en situaciones semejantes, ¡hagamos nosotros algo por alguien hoy!
Siempre habrá cosas que no entendemos, pero el darle la espalda a esas cosas no soluciona ningún problema. Tarde o temprano tendremos que enfrentar la realidad de que no hicimos todo y cuánto podíamos hacer.
Es por esta razón que llamamos a la reflexión: si usted puede hacer algo para ayudar a alguien...ayude. Mañana, usted también tendrá que contar su propia historia, y esperamos que sea una historia feliz, pero si no lo es, nuestros deseos son que usted se sienta feliz al contarla, y tendrá razón, pues usted habrá ayudado a alguien a encontrar la salida...aún cuando parecía que no había salida.


*Fotogafía y diseño: HovaImagen.

Opine aquí: hondovallesur@hotmail.com

SENTIDO COMÚN


La Vida como un Vaso Plástico


¿Qué hay en la mente de una "persona" cuando decide arrancar la vida de un disparo a un joven para atracarlo, sin saber que deja en la orfandad tres niñitos inocentes y a una esposa que tiene ahora que lidiar con sus hijos y el aspecto emocional que deja la terrible soledad, al no tener su ser amado a su lado?




Qué hay en la mente de un humano cuando decide asesinar a una estudiante para quitarle su teléfono celular?

¿Qué hay en la mente de una ‘persona’ cuando viola la novia de un hombre y tira a éste al mar?

¿Qué hay en la mente de un individuo que decide violar a su hija o a su sobrino? ¿Qué hay en la mente de ciertos hombres que deciden cegar la vida de motoristas indefensos para robarles lo poquito que ganan y el vehículo que le sirve de sustento?

Y así existen cada minuto, malhechores que deciden asesinar, maltratar, violar, a una persona para robarle o saciar su deseo maligno incrustado en su mente enfermiza.

¿Acaso se creen estos peligros sociales que la vida es como un vaso plástico? Lo usas por unos minutos y luego lo destruye y lo tiras.

Algo anda mal en la sociedad. Y con ese ‘algo’ en abundancia va a ser muy difícil controlar la situación delincuencial que es pan nuestro de cada día.

La situación se torna peligrosa y casi imposible de poner bajo control a estos protagonistas de hechos bochornosos que se creen que la vida ajena es como un vaso plástico.

Tal como un vaso plástico dura cientos de años para desintegrarse y adherirse a la naturaleza, ese mismo tiempo se toma un niño abusado por alguien para superar el trauma dejado por la acción vergonzosa de un desalmado.

La vida no debe ser jamás como un vaso plástico. La vida es algo que Dios, quien la regala, valora mucho.

¡Apreciemos la vida, por favor! Si así procedemos, respetaremos y cuidaremos la vida de los demás.

Autor: Feliciano Liranzo.

Cortesía de: http://www.haina17.blogspot.com/

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