UNA de las frases favoritas de mi hermana Mercedes pertenece a la colección de frases dicha por mi abuela Nenena.
En verdad les digo que Yo no he visto todavía una abuela tan amorosa como Doña Carmita, aunque tengo que admitir que Tía Estela se le está acercando mucho. Mas la perfección es imposible de conseguir en este mundo imperfecto y mi abuela también tenía ‘su patita de donde cojear’. Uno de sus problemas es que Ella siempre tenía la última palabra, y después de dicha, no había nada más que decir.
En mi caso, Yo no era de los muchachos que se quedaba callado y especialmente cuando Yo estaba consciente de que la razón estaba de mi parte.
Aquella mañana, Doña Carmita había colado un café para unos visitantes que estaban en la casa, salió con dos tazas a llevarlas y dejó el resto del café allí en la mesa de la cocina. A su regreso vino acompañada de Mercedes, supongo que venían a rematar el café que quedaba...pero... ¡Sorpresa que se llevaron!... ¡El café se había desaparecido! La encontré en la cocina mirándose con cara de incertidumbre cuando por pura casualidad entré.
Mirándome acusadoramente, la vieja Carmita, mejor conocida como Nenena, plasmó otra de sus frases en la historia, cuando dijo: "Sigue cómo comenzaste que me gusta tu argumento”.
Sin saber siquiera de qué se trataba, fui juzgado, condenado y ejecutado. De nada me valió tratar de defender mi integridad, ya mi abuela había dicho la última palabra.
Mercedes, mi hermana, tampoco me creyó, pues ya habíamos tenido accidentes similares en los que Yo, sí había sido culpable de beberme el café, y la verdad es que después de varias décadas...todavía no me cree.
Carlos Manuel Liranzo : haina17@yahoo.com