martes, 29 de noviembre de 2011

Fascinación Montañosa


Mi casa estaba ubicada en la Calle Duarte #15. Y frente a ella la majestuosa Sierra de Neiba exhibía su exuberante vegetación. ¡Era un regalo maravilloso admirar aquellas montañas puestas allí por el Magnífico Creador del Universo: Jehová Dios!


En mi vida de niño, recuerdo que desde la sala de mi casa, constantemente me sentaba a presenciar aquellas inmensas montañas verdes y azules. Y el azul también era verde, pero como estaban tan altas que simulaban tocar el cielo, entonces se veían azuladas.
Allí me emocionaba Yo al ver aquellas megas montañas, en la década de los años setentas, precisamente hasta el año de 1976 cuando mi familia se mudó a Haina.
Como todo niño, me emocionaba ver aquellos camiones gigantes que subían a los infinitos por una peligrosa carretera empinada que habían construido para poder llegar allá arriba.
A todos nos fascinaba ver aquellos tractores y gredars (así le llamábamos a esos tractores de grandes ruedas de gomas) talando árboles ‘a dos manos’.
En nuestra inocencia disfrutábamos ver cuando los camiones y patanas subían y le seguíamos desde que doblaban de la calle Duarte hacia Los Botados.
Y cerca de mi casa, exactamente donde hoy es la casa de la familia Martínez, estaba la oficina forestal que se encargaba de “velar” para que todo saliera bien en un Aserradero que habían construido en la Sierra de Neiba.
En nuestra inocencia de niños disfrutábamos ver todo aquel movimiento de camiones cargados de madera, y tractores rompiendo árboles en cantidades industriales.
Y nuestra memoria de niños inocentes no nos permitía ir más allá de un simple disfrute de un ambiente "moderno". Disfrutábamos, sin saber que se estaban llevando nuestros pinos, nustras caobas, nuestras maderas preciosas, con fines que todavía no comprendo hoy.
Nunca escuché a ningún adulto quejarse por aquella tala indiscriminada de árboles que estaban haciendo en la hermosa Sierra de Neiba. Lo que sé es que esas maderas no se quedaban aquí en Hondo Valle, y que nuestro empobrecido pueblo querido no recibió nada a cambio de aquel Aserradero, salvo el disfrute que nos daba ver aquellas maquinarias en acción… sin saber que se estaban llevando nuestras montañas. Eso no era cuidar la Tierra... el hogar de todos...
Feliciano Liranzo: hondovallesur@hotmail.com
*(Fotografía de la Sierra de Neyba: HovaImagen)


+PP04192010.


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