Por: Carlos M. Liranzo M.
El compromiso del matrimonio en el Sur Profundo, no era necesariamente antecedido por un juez civil o un ministro religioso autorizado. Después ‘que la muchachita cogía el monte’, los comentarios al día siguiente que viajaban en todo el pueblo era: “Qué fulana Ya se implió”.
El compromiso del matrimonio en el Sur Profundo, no era necesariamente antecedido por un juez civil o un ministro religioso autorizado. Después ‘que la muchachita cogía el monte’, los comentarios al día siguiente que viajaban en todo el pueblo era: “Qué fulana Ya se implió”.
Este compromiso de ser ‘Marido y Mujer’, era tan fuerte, y en algunos lugares lo sigue siendo, como cualquier otra unión matrimonial aprobada por la sociedad sureña. Esta unión era precedida por ‘el besamanos’, o lo que corresponde a llevar la novia devuelta a los padres para ser bendecida por sus progenitores, dando así autoridad para realizar la ceremonia correspondiente al matrimonio.
La acción de ‘impliarse’, hemos de aclarar, no siempre finaliza en el matrimonio. Muchas parejas viven por más de cincuenta años y nunca “ven la necesidad” de casarse legalmente, y no por ello se deja de reconocer a esta pareja como marido y mujer. Otras parejas sí se casan, pero solo cuando ellos lo consideran conveniente y nunca lo hicieron para adquirir un estatus social diferente.
En el sur profundo las personas siempre han sido religiosos activos, y el matrimonio siempre se ha tratado como “Una institución creada por Dios”, pero también, para todo tipo de negocios “La palabra de hombre” era suficiente, incluso en compromisos tan serios como lo es el matrimonio.
Mientras tanto, se escuchan los ecos en todo el Sur Profundo, anunciando que “Fulana ya se implió”… una de las frases usadas en la canción sureña “De Ahí Vengo Yo”, de la autoría de Félix D’ Óleo.
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