lunes, 24 de agosto de 2009

ANÉCDOTAS DEL SUR PROFUNDO

El pato casi… robado

POR FELICIANO LIRANZO
¡Era domingo! Por lo tanto, día de mercado en Hondo Valle y como siempre don Liranzo se daba una vueltecita por allí, para observar personalmente que las cosas anduvieran correctamente por el mercado municipal. ¡Era un síndico 24 horas!
Pero, su gran responsabilidad como encargado municipal del cuatrienio iniciado en el 1974, no era una excusa para proveer para su casa… nunca llegaba con las manos vacías… siempre compraba algo para llevarlo a su familia.
Esta vez que le cuento, sí llegó con las manos vacías, porque lo que había comprado estaba muy pesado, razón por la cual dejó el saco con el vendedor, para enviar más tarde dos de sus muchos hijos varones a recogerlo.
Cuando don Liranzo llegó a la casa nos dijo a Blas y a mí: “Vayan a buscar un ☺ì☼↕@... que dejé con un vendedor situado en la esquina de la casa de don Arcadio de los Santos”… (Este caballero era el padre de Tito, César, Yuya, Gustavito y Llani).
¡Acto seguido!... Blas y Yo fuimos inmediatamente a buscar el encargo que estaba lleno de aguacate, tayota, auyama y apio. Pero este saco estaba también lleno de dificultades. ¿Por qué?
Bueno… o mejor dicho ‘malo’… porque nosotros no entendimos bien si se trataba de un saco u otra cosa, porque don Liranzo mencionó la palabra ‘saco’ de forma no muy entendible, casi inaudible… entre los dientes… y la verdad que era mejor arreglárnosla por nuestra cuenta que replicarle una orden a don Liranzo. Mucho menos en ese entonces cuando estaba al frente del ayuntamiento local, ya que tenía mucha presión debido a que enfrentaba con tesón los problemas que se suscitaban en la comunidad.
Tampoco podíamos dejar entrever que al no entender una orden era producto de que no estábamos prestando atención cuando un mayor nos hablaba.
Por su parte, Blas confió en mi entendimiento y por mi parte, Yo dejé que Blas entendiera aquel mandado, pues era mayor que Yo. En el camino al lugar predicho Blas me pregunta “¿Él dijo buscar un pato?” Y Yo le contesto de inmediato “Creo que sí”.
Cuando llegamos al sitio indicado, la confusión se hizo mayor porque en lugar de un saco encontramos nada más y nada menos que a un pato que descansaba plácidamente en la orilla de la calle… entonces analizamos y concluimos de inmediato “¡Ah… era un pato!
Rápidamente empezamos a perseguir a aquel pobre pato… bueno, mejor pobre de nosotros porque tuvimos que sudar para amarrarlo. Es como si él dijera “¿qué tengo que ver yo con ustedes?”… así que a correr sea dicho.
Después de una gran corrida llevamos el pato a la casa y nuestra hermana mayor Mercedes, nos pregunta asombrada –“¿Y ese pato?”… entonces le explicamos que nuestro padre lo mandó a buscar al mercado hace media hora.
“Ustedes están locos”. Nos dijo Mercedes con mucha preocupación. Y agrega: “Papá dijo un saco con víveres que compró dejó con un vendedor… vayan a buscarlo porque él me dijo que le salcochara un apio que había ahí… suelten ese pato a donde ustedes lo encontraron… que Papá no lo vea a ustedes con ese animal ajeno”.
¡Mi madre! buscamos el saco a la velocidad de un rayo y nos salvamos de un ‘buen boche’ y de que nos tildaran de ‘roba patos’.
Su comentario aquí: hondovallesur@hotmail.com

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