POR BLAS LIRANZO LORENZO
Hoy 31 de agosto, se cumplieron 32 años del paso por territorio dominicano de uno de los huracanes más fuertes y dañinos, de los tantos que han tocado esta tierra. Nosotros, que aún éramos jóvenes, tenemos grabados las imágenes en nuestras mentes del desbastador fenómeno natural ocurrido en 1979.
EL CICLÓN DAVID pasó en horas de la tarde, (1:30 PM aproximadamente), pero desde días antes la radio lo anunciaba y hacía llamado a la población para que se refugiaran en sitios seguros.
Nuestra familia vivía en el 17, en una casa de madera techada de zinc, como era la mayoría en Haina en esa época. Recuerdo que antes de pasar ese huracán la familia se trasladó al hogar de Doña Estela, cuya casa aún techada de zinc era de blocs y por tanto era más segura que la nuestra.Todos corrieron allá excepto Félix y yo, ya que quizás por inexperiencia no le dábamos tanta importancia al asunto, por lo que decidimos comprar una funda de pan y aguacate para disfrutarlo, mientras escuchábamos la radio, el cual éramos aficionados, principalmente los programas de deportes y de farándula.
La hora de la verdad
Todo estaba bien hasta que notamos que los vientos iban tomando fuerza, por lo que decidimos unirnos a los demás. Donde doña, Estela ya todos juntos, vimos como 'David' había tomado una fuerza increíble y el techo de la casa comenzó a caerse, por lo que tuvimos que ubicarnos en la galería, única parte de la casa que estaba techada de blocs, es decir tenía plato como dicen los albañiles.
Hubo un momento de gran tensión cuando Dionicio (Moreno), estaba dentro de la casa y cerca de él caían trozos de madera del techo; lo llamábamos para que se uniera al grupo pero en un principio no podía, hasta que al fin lo logró sin haber sido lesionado.
Desde la galería, observamos cómo se venía abajo la fábrica llamada Metalito, que en ese entonces quedaba frente a la casa de Estela, al otro lado de la calle.
Además, vimos varias hojas de zinc volando por los aires. Por la calle pasaba lentamente una guagua amarilla de esa que daban servicio al Ingenio Rio Haina, y discutíamos si era conveniente montarse en ella. Unos decían que sí y otros que no, pero la guagua no se detuvo nunca. Horas después vimos la guagua con un poste de luz encima, frente al cuartel de la Refinería Dominicana de Petróleo.
Después de varias horas de tensión, solo la galería donde nos guarecimos estaba seca; ya el cuerpo de la casa estaba inundado porque el zinc había volado, el ciclón comenzó a disminuir y Don Pedro el esposo de Estela, fue el primero que salió aún lloviendo bastante. Todos quedamos asombrados cuando él salió muy alegre sonriendo y bailando, y Yo me preguntaba ¿qué le pasa a Pedro que en esta circunstancia sale así tan alegre? y Salvador, mi hermano, dijo que eso estaba bien porque era una forma de botar la tensión y dar confianza a los demás, entonces lo comprendí.
Después de Pedro, le seguí Yo. El agua me daba casi en el pecho. Así mismo fueron saliendo los demás muchachos, excepto los pequeños, con el objetivo de ver qué se podía hacer para ubicarnos en un sitio seco.
El refugio
En un momento de calma y deliberaciones, Salvador dijo que tenía un plan que consistía en tomar un curso de la escuela Max Henríquez Ureña y ubicarnos allá. Creo que él pensaba que ese era un acto de rebeldía a las autoridades, o quizás la inexperiencia, ya que hacía solo tres años que habíamos llegado de HONDO VALLE, ELIAS PIÑA, un pueblo que por su ubicación geográfica nunca ha entrado un ciclón.
Sucedía también, que dicha escuela no era un lugar seguro para refugio, y entonces la Defensa Civil y otros organismos de socorros, no la tenían como un centro de albergue. Pero, paradoja de la vida: la escuela solo sufrió daños parciales en las persianas que miraban hacia el mar.
El fin es, que todos nos pusimos de acuerdo y nos fuimos a la escuela a tomar un aula, pero qué sorpresota, el lugar escolar estaba totalmente lleno de gente de diferentes partes de Haina, e incluso personas que nunca habíamos visto antes en el barrio. Por suerte logramos compartir en un principio un aula junto a la familia Ruiz (Evaristo, Chuchú y los demás), pero días después, pudimos conseguir un curso completo, ya que la familia era bastante grande.
Muchas cosas agradables y desagradables pasaron estando refugiados allí. La convivencia y la experiencia vivida en el lugar es capítulo aparte; lo que sí rogamos a Dios, es que nunca vuelva a pasar por esta tierra otro ciclón como David. Ni en esta tierra ni en ninguna otra parte del mundo donde hayan seres vivientes.
*Fuente de apoyo: haina17.blogspot.com
*PP08312008