Estamos viviendo tiempos difíciles en los cuales la gente no le importa nada ni nadie, cada quien se siente tener la razón y el derecho en todo. La solidaridad y la confianza se pierden y los valores que ponían en prácticas y enseñaban nuestros antepasados, parecen que se están esfumando o desapareciendo como por arte de magia.
En nuestro país, famoso por la solidaridad de su gente, hoy en día todo se va perdiendo. Las personas, en su mayoría, quieren resolver sus problemas de la noche a la mañana, sin importar a quien perjudique.
Estos factores han contribuido para que se incrementen la delincuencia, la violencia intrafamiliar, los atracos, el irrespeto a las leyes, la corrupción en todas las vertientes, entre otros males sociales que eran inexistentes en nuestra sociedad décadas atrás.
Estos factores han contribuido para que se incrementen la delincuencia, la violencia intrafamiliar, los atracos, el irrespeto a las leyes, la corrupción en todas las vertientes, entre otros males sociales que eran inexistentes en nuestra sociedad décadas atrás.
A quien suscribe le han robado móviles, han tratado de timarlo por la vía telefónica y lo han engañado con trabajos sencillos, los cuales uno nunca se imagina que va a pasar. Todo estas cosas han contribuido a que las personas, sobre todo si no se conocen y aunque sean de formación y respeto, no les tengan confianza a nadie.
En días pasados tuve un momento difícil con algo muy sencillo. Caminaba una tarde en la Avenida de la Salud, como de costumbre haciendo mis ejercicios cotidianos, cuando de repente se me introdujo un diminuto insecto en un ojo, de esos que la gente le llama mime y en algunas temporadas están en las hojas de laureles y les atrae el color amarillo.
En días pasados tuve un momento difícil con algo muy sencillo. Caminaba una tarde en la Avenida de la Salud, como de costumbre haciendo mis ejercicios cotidianos, cuando de repente se me introdujo un diminuto insecto en un ojo, de esos que la gente le llama mime y en algunas temporadas están en las hojas de laureles y les atrae el color amarillo.
El ojo comenzó a picarme y al tratar en vano de sacarme el diminuto insecto, desesperado le pedí a una señora que me auxiliara. Ella me miró como incrédula y siguió su camino. Hice el intento con otras personas para que me ayudaran, pero nadie tenía confianza y hacían caso omiso, hasta que una joven policía auxiliar de la que dan servicio en la famosa avenida, pero que ya me había visto antes en mi rutina, me auxilió y pude volver a la normalidad.
Hay personas, como el caso de una amiga nuestra, que le tiene terror a los carros del transporte público y prefiere cualquier otro medio para ir a un determinado lugar. Su mente y subconsciente están bloqueados, porque ha sido atracada tres veces en ese medio de transporte.
Me cuenta un amigo, que invitó un compañero de trabajo a visitar a Monte Cristi, su pueblo de origen, y ya hospedados, su amigo salió solo a dar una vuelta para conocer un poco esa ciudad.
Me cuenta un amigo, que invitó un compañero de trabajo a visitar a Monte Cristi, su pueblo de origen, y ya hospedados, su amigo salió solo a dar una vuelta para conocer un poco esa ciudad.
Parado en una esquina vé que una linda muchacha le está mirando, y se sintió halagado porque piensa que le cae bien a la linda joven. La muchacha sigue observándolo, toma su teléfono móvil y se pone a hablar... en menos de tres minutos llegó la policía y se llevó al joven visitante al destacamento, por sospechoso.
Los casos expuestos son ejemplos de que la confianza en la gente se pierde y no es para menos, con todos los males sociales que ocurren a diario en nuestros pueblos. La gente, sobre todo la gente recta, se siente desprotegida y no confía en nada ni nadie.
Los casos expuestos son ejemplos de que la confianza en la gente se pierde y no es para menos, con todos los males sociales que ocurren a diario en nuestros pueblos. La gente, sobre todo la gente recta, se siente desprotegida y no confía en nada ni nadie.
Por último, le relato lo que pasó a una compañera de trabajo. Ella salió un momento a un cajero automático muy cerca del centro laboral, llega, espera su turno y realiza su transacción. Y al salir de la caseta bancaria, se encuentra a un joven en un motor, una muchacha a pie como esperándolo, además de un carro taxi del otro lado de la calle.
Ella no le dio importancia a esas personas ya que es normal en los cajeros, pero cuando estaba cruzando la calle el taxista se interpuso y un vehículo que transitaba tuvo que tocar la bocina para no atropeyarla... en ese momento se aparece el motorista como por arte de magia y le pregunta si había dinero en el cajero y ella muy ajena aún, le contesta que sí... de repente una señora le grita: "es un atracador, es un atracador".
El motorista, el taxista y la muchacha se fueron a toda velocidad, ya que la voz de alerta de la oportuna señora evitó que le robaran el dinero que mi amiga había retirado del cajero.
La señora de la alerta le dijo a nuestra amiga que ella se dio cuenta que eran atracadores y quería advertirle pero no había podido, pero gracias a Dios pudo evitar que no cumplieran su propósito. Jehová Dios cuidó a nuestra amiga, así como cuidará a nuestro pueblo y al mundo de hoy que tanto lo necesita.
BLAS LIRANZO LORENZO. hondovallesur@hotmail.com
BLAS LIRANZO LORENZO. hondovallesur@hotmail.com