El muchacho era tremendo cantante, cantaba merengue y bachata, tampoco hizo mal la mencionada salsa, solo que el mismo admitió que se quedó corto en las letras. Félix desde hacia algún tiempo, estaba buscando la manera de tener una porción en la plata forma, pero ahora se le había dado una oportunidad con aquella canción y no la iba a desaprovechar, se dirigió rápidamente al ‘espacio de las estrellas’ a ofrecerse de voluntario para cantar la canción que el cantante del grupo no se sabia.
Mientras tanto en la mesa, nosotros que conocemos la capacidad artística de Félix, y que no tiene miedo para ‘codearse con los grandes’, desde una crítica deportiva a Pedro Martínez, o una sugerencia de retiro a Jack Veneno, o un mano a mano con el grupo Metal (famoso grupo músico-vocal de los 80’s), calculamos que comparado con todo esto, cantar allí iba a ser ‘paja de coco’. Rosa mi esposa, que visitaba el país por primera vez no pensaba igual, pues al no conocer larga carrera artística de Félix con el “Coro Ideal”, me preguntó llena de nervios: “¿Y que es lo que él va hacer?...ve no lo dejes subir allí”. Yo le contesté: “Tranquila, ese muchacho sabe lo que está haciendo”.
Y lo que pasó es historia…la música comenzó, y Félix entonó una hermosa melodía que movió, primero a las bailarinas Cheryl y Brau, quienes subieron a la plataforma a bailar, despues a un pequeño grupo que al parecer, no le gustaba la salsa o no estaban de acuerdo en que alguien de público brillara con las estrellas, y por último a todos los asistentes que se “tiraron a la pista” a saborear aquel son.
Ante los aplausos de todos, y esta vez no aplaudiendo al juego, Félix se bajó triunfante con ‘una sonrisa de oreja a oreja’. Al finalizar la noche escuché al director de la orquesta decirle a Félix...”Caballo, recuerde que estamos aquí la semana que viene”, Félix le dio las gracias y una vez más camino orgulloso, con la satisfacción que solo deja un trabajo bien hecho.