POR CARLOS M. LIRANZO M.
Tyndale cobró ánimo, pero la batalla no había hecho más que comenzar, los enemigos estaban a punto de asestar otro golpe a este hombre valiente.
Fue el 11 de febrero de 1526, cuando el cardenal Wolsey, acompañado de 36 obispos y otros prebostes de la Iglesia, se reunieron cerca de la Catedral de San Pablo de Londres “para ver cómo se arrojaban canastos de libros al fuego”, entre ellos varios ejemplares de la valiosa traducción de Tyndale. En la Biblioteca Británica, quedó el único ejemplar completo, que junto a otro ejemplar, inexplicablemente encontrado en la Biblioteca de la Catedral de San Pablo, se salvaron de aquel fuego, que quemaba más en el corazón de sus rivales que el mismo fuego literal.La quema de libros no les dio resultado a los enemigos de Tyndale, mientras por un lado ‘ellos quemaban’ por otro lado y casi a velocidad vertiginosa, William Tyndale imprimía más copias. Esto obligó a Tunstall y sus secuaces a cambiar de táctica, hizo el trato de comprarle al comerciante Augustine Packington todos los libros de Tyndale, incluido el Nuevo Testamento, a fin de quemarlos. Packington, un hombre ‘serio en sus tratos’, no traicionó a Tyndale, sino que llevó a cabo la operación de una forma que el escritor Halle encontró fenomenal, y comparto con ustedes su cita:- En su obra Chronicle, Halle explica: “El obispo tuvo los libros; Packington, las gracias, y Tyndale, el dinero. Después se imprimieron más Nuevos Testamentos, y entraron a raudales en Inglaterra”-.¿Por qué se oponía el clero con tanta obstinación a la versión de Tyndale?La razón era tan complicada, que resultaba sencilla, derrumbaba creencias que estaban fuertemente arraigadas en el corazón de cristianos de corazón sincero, tal y como prometió Tyndale: “lograré que el muchacho que guía el arado sepa más de la Escritura que vos”, el hacer que ‘un simple muchacho’ supiera más que estos arrogantes eclesiásticos era posible con el uso de La Biblia en lengua vernácula, algo que Tyndale estaba dispuesto a conseguir a cualquier precio.
Otra razón era que tiraba al suelo creencias que no son bíblicas o que estan mal usadas, en su libro: “William Tyndale—A Biography (Biografía de William Tyndale), David Daniell dijo al respecto: “Allí no aparece el purgatorio; tampoco la confesión auricular y la penitencia. Se habían derruido dos pilares de la riqueza y el poder de la Iglesia”.
Por primera vez “el muchacho” estaba viendo con claridad las palabras de la carta del apóstol Pablo a Timoteo en donde le describía estos líderes religiosos como “teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate” (2Timoteo 3:5). ¡Y eso fue lo que este humilde hombre hizo, se apartó de ellos!*Lea la Parte Cinco y última de esta fascinante historia.Carlos M. Liranzo M. haina17@yahoo.com