miércoles, 25 de febrero de 2009

LO QUE DICE GARY

PANICIDIO
¡¡Ahhhh!! Esos panes...


Por: Garybaldi D' Óleo (hondovayork)
Tardes de ensueño, dulces tardes de verano, otoño, invierno, primavera ¿Qué carajos? En Hondo Valle siempre es primavera a media mañana, verano al medio día, otoño a media tarde e invierno en la noche y madrugada. Es esa una de las virtudes de esa, nuestra querida tierra.



Las tardes apagadas por el a veces débil sol, golpeado y apabullado por las densas nubes cargadas de llovizna bendita eran el escenario perfecto para el deguste de manjares hechos a base de harina de trigo, manteca vegetal, sal, un poco de levadura y el esfuerzo y sudor de unos abnegados personajes populares: Los Panaderos. Tito, Bembón, Merán, Tullío (bueno, por lo menos estos son los que recuerdo) ponían todo el empeño, sabor y experiencia para aponernos a ‘gozar de lo lindo’ con cada ‘mascada’.
Aún llega a mi insípido olfato un lejano aroma a pan recién horneado, ahhhh!! me parede hasta saborea esos panecillos largos tostados con el calor de la leña. Uaooooo, era todo un espectáculo, un deleite visual contemplar a ‘Bembón’, Merán y los demás darle vueltas y vueltas a esos cilindros de pesada madera, para amasar esos pegotes deformes de harina que más tarde se convertirían en los huéspedes uniformes de las bandejas hechas de latas de aceite.
Rara vez se podía ver a estos obreros en la faena, dado el horario destinado para la labor (regularmente en la madrugada, cuando todos Zzzzzzz…roncábamos). A veces la demanda era muy recia y había que ‘molinear’, amasar y hacer los panes ‘fuera de horario’ y era cuando aprovechaba para ser testigo del proceso. Era admirable ver la entrega con que esos hombres realizaban el agotador trabajo, ver reposar la masa en las ‘bandejas’ tapadas con retazos de cortes de tela y finalmente el horneado de los esperados panes.
Así, sin muchos miramientos, sin técnicas sofisticadas salía el producto mañanero a cada rincón del pueblo. Pan de ¢5 y ¢10 (con anís y huevos, Jajajajaja!, recuerdo que a estos panes los muchachos le decíamos el ‘pan con moscas’ por la apariencia del anís adherido al producto), coconetes, masitas adornaban los tramos de los colmados y travesaños. Eran transportados en cerones por animales (hacia las secciones y parajes) y al hombro dentro del pueblo en canastas hechas por el maestro de la caña brava, el bambú y el behuco: Macho. También eran cargados en sacos vacíos donde venía regularmente la harina.

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