lunes, 14 de diciembre de 2009

MEMORIAS DEL EMIGRANTE

Un pasaje de ida

En un Curso de INFOTEP, de Formación Metodológica para Instructores, que si mal no recuerdo fue a finales del año 1996, habíamos organizado un Juego de Angelitos con todos los integrantes de dicho, curso incluyendo la profesora.
De los 21 participantes del curso solo había seis mujeres, por lo que a algunos varones nos tocó intercambiar con otros varones.
A Julio, le tocó una señora, que tenía un carácter un poco fuerte, por lo que yo entendía que a mi hermano le sería difícil elegir los regalos que cada jueves había que llevarle a su Angelito.
El primer jueves a Julio se le olvidó comprar el regalo, cosa que a Ella le cayó muy mal. No perdió tiempo y se pronunció duramente en contra de su angelito. Y dijo:- “¡A ese lo voy yo a lavar el último día, porque a nadie se le puede olvidar un angelito. Esa es una descortesía muy grande!”
Lógicamente esas declaraciones pusieron a Julio en alerta, quien en el próximo angelito dejó un regalo equivalente al doble. Recuerdo que el mínimo era de cinco pesos cada jueves. Julio había gastado unos doce pesos en ese regalo.
Pero no era fácil lidiar con la Señora, quien nuevamente se pronunció, diciendo:-"¡¡Ahh, ahora me quieren comprar, pero ese que me deja a mí no se va a librar de su pela de lengua el último día!"
Yo contaba con la amistad de la susodicha Señora y trataba de suavizarla. Pero la mujer no entraba en nada y seguía con su postura de insultar el último día a su angelito suplidor.
La situación se hizo más grave cuando a Julio no le dio tiempo de comprar el regalo del penúltimo jueves. A Julio entonces, se le ocurrió envolver los cinco pesos en un papelito que decía “UN PASAJE DE IDA”.
A todos nos pareció una idea genial y divertida, ya que en esos días estaba en cartel la
película que llevaba ese nombre y además eso era lo aproximadamente se gastaba en un carro público. Pero la Señora una vez más se pronunció diciendo:
- “¡¡¡Ya la desfachatez de esa persona rebasó los límites. Solo un descarado se le ocurre dejarle dinero a un angelito. No se que mal tan grande yo le hice a esa persona… Ese debe ser un antisocial!!!
Solo yo sabía que Julio era el condenado para el último día. Yo también era el paño de lágrimas de mi Amiga. Ella me comentaba sus resabios y desprecios para su angelito. Traté de disuadirla para que deponga la actitud de 'fusilar' a su angelito el último día. Pero todo esfuerzo era inútil.
Llegó el esperado día. Todas las expectativas estaban pendientes de lo que haría la Angelito de Julio, cuando descubriera quién era el 'imprudente' que la hostigaba cada jueves.
Nito, uno de los compañeros del curso, notó que Julio estaba muy nervioso y le preguntó al respecto. Julio le explicó que él quien le dejaba a ltal Señora. “Te embromaste, dijo Nito; esa mujer te va a matar".
Habíamos hecho una recolecta para celebrar la despedida en un Restaurant y así lo hicimos. Nos reunimos en INFOTEP y luego nos fuimos en varios vehículos hacia el restaurant Vizcaya, en la Capital. Julio y yo íbamos en el carro de Nito comentando la situación y trazando la estrategia de cómo enfrentar a la mujer.
A nito se le ocurrió una idea que a ellos les pareció brillante, a mí no. Nito dijo: "Al único que Amelia le soportaría eso es a Dionicio, porque ellos son canchanchanes".
Al ver los apuros de Julio acepté intercambiar. Yo correría la aventura de enfrentar a mi Amiga y Julio le Pondría al Ingeniero Roque, que era a quien me tocaba dejarle.Llegada la hora de la entrega de regalos, anuncié temerosamente que mi angelito era para Fulana. La tipa se paró, tomó su regalo y me dijo:- “Yo creía que tu eras mi amigo”. Jamás volvió a dirigirme la palabra. Y me quedé "Seco Completamente".
En verdad...Perdí a una Amiga... pero salvé a mi hermano.
Dionicio Liranzo Montero. hondovallesur@hotmail.com

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